Si hay una obra arquitectónica que se haya convertido, a lo largo de siglos de historia, en emblema de Valencia, esa es la torre del Miguelete. Hablar de la torre del Miguelete es hablar de uno de los lugares más icónicos del Cap i Casal.
La torre del Miguelete es una torre de 63 metros de altura. Quizás sus aspectos más característicos son su forma de prisma octogonal y estilo impregnado al 100% del aire gótico valenciano. Un aura que transmite al resto de la Catedral de Valencia, a la que preside.
Sin embargo, si hay un elemento curioso en su conjunto es su escalera. Una escalera de caracol de 207 peldaños, nada más y nada menos. Peldaños que cuentan con un alto de 25 centímetros de alto.
Hoy, en el blog de Peldañea, siguiendo nuestra serie sobre la historia de las escaleras valencianas, te contamos los detalles de esta mítica escalera.
Los campaneros de la torre del Miguelete recorren un millón y medio de escalones subiéndola y bajándola
Esos escalones son conocidos, más que nadie, podríamos afirmar, por los campaneros de la torre del Miguelete. Campaneros que tienen la noble labor de tocar las once campanas que alberga el edificio, de las cuales sólo una se acciona de forma automática.
Pues bien, llevar a cabo esta tarea implica subir las escaleras unas 300 veces al año. Teniendo en cuenta el número de escalones y las medidas de los escalones, estos suben, al cabo del año, un millón y medio de escalones. Además, recorren una distancia de más de 375 kilómetros, únicamente subiendo y bajando esta mítica escalera valenciana.
Algo muy meritorio, pero nada comparado con los antiguos campaneros. Según reveló la primera Consueta de la Catedral de Valencia (1527), los campaneros de aquel siglo subían hasta 6 veces al día la escalera.
Para colmo, entre subida y subida, les daba tiempo a llegar a ayudar en el altar de la catedral.